VIENA.





Viena. Austria. Centroeuropa.
La cuna de la música, del arte, casa de artistas archiconocidos y fundamentales a lo largo de la historia. Sin ir más lejos, fue la ciudad que dio cobijo al prodigioso Mozart.
Nada más empiezo a pasear por sus calles me doy cuenta de la belleza que oculta. Palacios, fuentes, museos. Mire adonde mire, belleza.


Complejo Holfburg

Monumento a los Héroes del Ejército Rojo
Biblioteca Nacional


Ayuntamiento de Viena



El finde pasado pude, por fin, hacer mi primera escapada algo más lejos (el anterior estuve en Praga, pero tengo que volver y completar la visita). El jueves cogimos un bus rumbo a Austria y allí estuvimos hasta el sábado; pasamos el resto del fin de semana en Bratislava, ciudad a la que dedicaré otra entrada.

Viena es una ciudad preciosa. Todos los edificios, hasta el bloque de pisos más corriente, son preciosos. El casco antiguo está lleno de edificios impresionantes que no dejan a nadie indiferente.

Entre ellos, y uno de los más icónicos, la ópera de Viena:

Ópera de Viena

Como digo, una ciudad muy marcada por su brillante pasado artístico.



Además, justo enfrente del edificio de la Ópera, está la Albertina, el principal museo de la ciudad. Alberga una de las colecciones gráficas más extensas del mundo. Y, de nuevo, el edificio es precioso:

Albertina



Al visitar Viena me puedo dar cuenta rápidamente de que se trata de una ciudad fuertemente marcada por las dos grandes guerras del siglo XX. Justo al lado de la Albertina hay una plaza que alberga un conjunto escultórico conmemorativo. Lo que simboliza es realmente interesante:


I y II Guerras Mundiales

Estos dos primeros relieves hacen referencia a las dos guerras mundiales; Primera a la derecha, Segunda a la izquierda.
Si os fijáis bien, en la referente a la Segunda Guerra Mundial se puede apreciar una máscara de gas en relieve, simbolizando el holocausto judío.




Judío limpiando las calles


Otro de los componentes del conjunto es el llamado 'Judío limpiando las calles', figura bastante explícita y de denuncia a la situación que el colectivo sufrió durante la segunda gran guerra, cuando los destinaban a trabajos forzados y a servir en grandes casas, terminando finalmente en los campos de concentración y cámaras de gas, dándoles muerte cruel. 


Orfeo

Orfeo prefiere perder la cabeza (literalmente) para no ser testigo de la catástrofe.


Lo que más me impresionó de Viena fue la belleza de los mil y un palacios que alberga en su mapa. Entre ellos, el más sorprendente, el Palacio Belvedere. Construido a principios del siglo XVIII, su función principal fue la de albergar fiestas con invitados de alta alcurnia y así aumentar la popularidad del Príncipe Eugenio de Saboya, para elq ue fue construido. La verdad es que yo, de haber sido invitado, no habría dudado en acudir a una fiesta en este precioso edificio, rodeado de jardines impresionantes:
Palacio Belvedere
Sus jardines, que separan este palacio (el palacio alto) del otro que completa el complejo (palacio bajo) son dignos de admirar y merece la pena pasear por ellos.






Otro de los lugares que hay que visitar en Viena es la Catedral de San Esteban, un edificio precioso representativo del gótico y unas cubiertas muy particulares.


Aunque como media europa estos días, se encuentra en restauración.

VIENA DESDE OTRA PERSPECTIVA

Como llevo repitiendo durante toda la entrada, Viena es una ciudad preciosa que hay que visitar para conocer la belleza de centroeuropa.
Sin embargo, es una ciudad muy cara. La verdad es que ya me lo esperaba. Por ejemplo, el billete de metro simple cuesta 2,20 €. Una pasada. Sobre todo si eres estudiante y tienes mil viajes en mente.

Otra cosa que me sorprendió fue lo creativo de los semáforos para peatones-ciclistas, cada uno con diferentes motivos y repartidos por toda la ciudad.






Eso sí, me quedé con las ganas de asistir a un concierto en la Ópera, o al menos de visitarla por dentro. La verdad es que cuando haces un viaje corto intentas aprovechar al máximo el tiempo, y hay cosas que tienes que dejar por detrás. Seguro volveré algún día para completar la visita.

Lo que no me perdí fue la 'experiencia Mozart', aunque muy reducida y limitada a edificios relacionados con el prodigo. Entre ellos, la casa donde pasó la mayor parte de su vida (que no fueron muchos años sabiendo que no cumplió los 40) y el café Mozart, justo enfrente de la Albertina.

Café Mozart

Casa de Mozart

Además, hay tiendas repartidas por toda la ciudad en las que venden unos dulces llamados Mozartkugel, 'bolas de Mozart' en español, con un cierto doble sentido. Son chocolatinas en forma de bola originarias de Salzburgo, ciudad natal del compositor, que, sin embargo, se crearon posteriormente a su muerte, en homenage al mismo.

Sinceramente, Viena no entra en mi Top 5 de ciudades favoritas. Al lado de otras como Roma, Venecia, París o Praga esta ciudad -repito, en mi opinión- se queda a la cola. Eso no quita que sea una ciudad preciosa que recomiendo visitar, sobre todo si sois apasionados de la música y de la cultura clásica. Puede que mi visión sobre Viena sea parcial por no haber tenido tiempo de empaparme completamente de su magia.



Comentarios